Learning Brain - Neuropsicología Puebla. "Para nosotros, lo más importante es el bienestar de su familia"

La "neurochantalogía" en las neurociencias


Chanta: En muchos paises de América, la palabra “chanta” se refiere a alguien que no es de fiar, que carece de palabra creíble o credibilidad, que es poco o nada responsable o que no se compromete e incluso al que finge verosímilmente cualidades positivas de las que carece. Surgido el vocablo “chanta” en un contexto histórico muy próximo al de la picaresca, durante el s. XX «el chanta» ha pasado a tener cierta simpatía y connotaciones de picardía o viveza.

Fue publicado de forma reciente que ‘desde las neurociencias’ se aconsejaba la desconexión diaria de la hipertecnología social (ordenadores, sistemas androids, móviles) ya que permitía el descanso del cerebro. La nota se ‘viralizó’. Sin embargo, la desconexión también la recomiendan quienes meditan, practican deportes, la intuición orgánica que cada persona tiene de su cuerpo. Se llama ‘Neurochantalogía’ a la conversión de la Neurociencia en una nueva religión que tiene revelaciones para hacer. Como todo sistema religioso, requiere de un objeto inaccesible, al menos para los ojos y que esté dotado de una combinación creíble de efectos e invisibilidad. Luego las personas atribuyen al objeto ‘c’ (cerebro) propiedades, revelaciones. En esta época, que según Nietzsche aún vive bajo la sombra de la muerte de dios, el objeto ‘c’ está ocupando un lugar inadecuado.

 

 

Se podría disolver la Neurochantalogía distinguiendo conceptos. Para hacerlo, se requieren definiciones claras y sencillas. Una persona se levanta de su cama a las cuatro de la mañana con hambre. Enciende la luz, va hacia el refrigerador, aún adormilado. Se detiene a observar el panorama desolador. Apenas un pote de queso abierto y dos manzanas. Una botella de agua de 2014. Toma una de las manzanas, palpa su consistencia: está dura. La pela y la come, mientras espera sentado en la cama, observando las paredes sin mirar, captura la intermitencia de la bombita de luz. Regresa a limpiarse los dientes, apaga la luz, esboza una sonrisa y se recuesta.
La acción corresponde a la continuidad de movimientos. Son parte de la continuidad existencial y la soledad estructural. Millones de personas estaban realizando acciones parecidas mientras las farolas de la ciudad estaban encendidas. Desde la atmósfera, las luces de una ciudad representan una isla en una esfera que se mueve envuelta en una siniestra relación de miedo con el sol y los planetas.
La conducta es lo que se dice de la acción. Para una persona observadora se puede narrar lo que se dijo. Para la novia de la persona, se levantó otra vez porque tiene insomnio. Para los padres, el pobrecillo tiene hambre. Para él mismo, es parte de su mala alimentación y su falta de planificación. Luego decía que rica estaba la manzana. Para un científico psicologizante realizó procesos motores, activación atencional, procesos perceptivos, toma de decisiones, cancelación de estimulación hipotalámica, repetición de hábitos y liberación de reacciones emocionales de placer.

 

 

La intencionalidad requiere adscribir a la persona la siguiente organización: Tiene una meta, sus acciones buscan alcanzar esa meta, se encuentra en espacios de problemas (encontrar el interruptor de luz, escoger alimentos en una heladera que decepciona). En la conducta y la intencionalidad se requiere un plano de observación que se diferencia de la acción. Hay siete mil millones de continuidades existenciales en este momento en acción, así sea durmiendo, en camino, desvanecidos, mirando el Monte Fuji. 

El gran problema del cerebro es el lenguaje que se utiliza para con él. Los neurochantas, entre los cuáles se encuentran los detractores de las neurociencias cognitivas & afectivas, asumen que hay un lenguaje de órgano para el cerebro. Igualan con el hígado o los pulmones. Entonces llegan a afirmar que el cerebro tomó la decisión de escoger la manzana y la persona lo hizo. ¡Qué inteligente sería el cerebro! Incluso más que la persona. Lo cual resulta un absurdo total.

 

 

Que el cerebro no tenga visibilidad y que su lógica sea computacional, sus células virtuales, escalonadas, en red y sincronizadas, abona que la Neurochantalogía adscriba cualquier hecho social, consensuado, categórico, de segundo orden según John Searle en su distinción de hechos brutos (que ocurren independientes de que yo exista) y hechos sociales (que existen porque las personas así lo aceptan), a la supuesta actividad cerebral. Para eso se amparan en estudios de pequeños mecanismos aislados de actividad cerebral de órgano. Incluso, en el mismo pasquín cordobés de los domingos, se anunció que se iba a publicar ¡como somos los argentinos, desde las neurociencias!
Funcionará así: Se dirán cosas de este tenor: Los argentinos somos inteligentes, destacados (cuestión más que extravagante, no por carencia sino por el subrayado, cualquier país tiene la misma proporción o más, ni que hablar de Israel o la India), pero: Y se agregarán, incrustados, mecanismos de neurociencias cognitivas como empatía, cognición social. Luego se buscará que la proposición neurochanta A tenga relación con el hallazgo neurolimitado B. Y se dirá en la solapa del libro que Neurochanta A explicó la tematización X de gran impacto cultural. En realidad, solo recuperó micro proposiciones neuro limitadas B y las unió de forma atractiva. Pero esa unión fue atada con alambre. No hubo explicación alguna y el título fue una farsa.

 

 

¿Cuál es la dificultad entonces? Que el cerebro es la persona. Hágase el siguiente experimento ‘a lo tren de Einstein’, es decir, no lo lleve a cabo más que en la cama a oscuras escuchando Chopin: Quite a una persona la pierna y deduzca si es capaz de predecir quién ganará las elecciones de octubre. Luego quítele el cerebro y hágase la misma pregunta. La persona no puede hacer la predicción. 

Que la persona sea el cerebro implica que persona y cerebro tendrían que tener una palabra única, pero tiene dos porque la cientificidad reconoce en el cerebro magnitudes físicas que puede manipular. En un infarto cerebral, la persona pierde el habla, un signo indescifrado es, y en tierra extraña perdió el lenguaje. Esta posibilidad de órgano que la neurología acomete como la neumonología los pulmones contribuye a la distinción persona y cerebro. Sin embargo, la computación neuronal engendra máquinas virtuales que producen lo siguiente: El cerebro es un aparato que no es, sino que es persona. Se llama sistema cerebromental corporizado en el mundo/universo al concepto que determina la catástrofe para los neurochantas.

La neurociencia cognitiva & afectiva son parte de la cientifización. Las órdenes de la ciencia son manipular, predecir, determinar, modificar, experimentar. El sistema cerebromental corporizado mundo/universo suspicaz que desdeña los neurochantas se encuentra ante hechos fácticos brutos que no dependen de la conducta ni la intencionalidad consensuada: Hay actividad cerebral, hay persona. La identidad cerebromental corporizada y la instancia jurídico ciudadana de persona no se contraponen, son sedimentos de lenguaje que analizarán en 2213 como los rudimentos de lenguaje que en una época precaria se empleaban. Que daba lucro a los neurochantas. Cuando una nueva religión asome para responder a que el desierto, el nihilismo, la nada están creciendo, se distante con los neurochantas.

El misterio del cerebro, dicen los sistemas cerebromentales corporizados que escriben. Las propiedades cerebromentales corporizadas permiten la continuidad existencial, la soledad estructural y el sangrado, que significa la necesidad semántica de la persona que se diga sobre sí mismo. Si quiere oir neurochantalogía para reconocerse como argentino o como cualquier otro ciudadano del mundo, a veces el cerebro es más estúpido que la persona.



Fuente: http://www.30dias.net/neuronews.php?id=2690
DR. JULIÁN MARINO DÁVOLOS-NEUROCIENCIAS COGNITIVAS

Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis